Hay ocasiones en las que se produce una pérdida de audición en un solo oído, mientras que el otro tiene una sensibilidad más o menos correcta. Pueden deberse a traumatismos o procesos neurológicos complejos.
La falta de sensación de audición que se produce en estas circunstancias es muy pequeña, de modo que en muchas ocasiones pasa desapercibida o no se les presta la suficiente atención ya que son poco invalidantes para la vida diaria; por ello son unas grandes desconocidas.
Más allá de no oír bien, tenemos que ser conscientes de que una pérdida de audición unilateral somete al cerebro a una falta de estimulación que, poco a poco, va dejando huella, al principio casi imperceptible. Pero irá aumentando y haciendo que vaya funcionando a “menores revoluciones”, se relaje y no trabaje bien.
Una falta de funcionalidad de un oído afecta a la percepción que tenemos de nuestro entorno. Ya que no se puede tener localización espacial del sonido de forma que no sabes desde dónde te están llamando o por dónde viene una sirena que se oye a lo lejos.
Es típico en este tipo de casos ver cómo desarrollan estrategias para colocar a sus interlocutores siempre en el lado que tienen el oído más funcional. Coger el teléfono por el mismo lado o cómo te expresan que, si duermen del lado que deja el “oído malo” libre, duermen muy bien porque no tienen percepción de sonido y, sin embargo, cuando duermen del otro lado les cuesta más dormir ya que sí que oyen ruidos que definen como molestos.
Por otro lado, es frecuente ver relacionadas la pérdida unilateral con el desarrollo de acúfenos, ya que éstos son un síntoma de que el cortex cerebral no está teniendo la estimulación acústica necesaria.